Eh, que este blog no ha desaparecido. Debido a varios factores, no actualizo mis blogs –porque tengo varios- tan a menudo como me gustaría, y cuando lo hago me centro más en Fantastic Retrovision –que, por cierto, poco a poco tiene más seguidores y recibe más comentarios- dejando un poco de lado Cartoonia y éste. Pero voy a procurar subsanar eso y, desde ya, vuelvo con las recopilaciones.
Cuando escribo estas líneas dispongo ya de 16 confeccionadas, extensas y centradas
en las denominadas dance bands.
Habría mucho que hablar sobre ese concepto, pero en internet tenéis la
suficiente información y, de todos modos, en futuras entradas trataré algunos
detalles. Baste decir ahora que, resumiendo, las dance bands eran, eso, bandas
de música de baile. Pero esa música de baile del nuevo siglo era diferente a la
del IXX. Hablar de dance bands es hablar de jazz.
En la década de los años diez la industria discográfica a gran escala ya estaba
dando exitosamente sus primeros pasos, pero la música en vivo seguía siendo
primordial, tanto en las emisoras radiofónicas como en los locales.
Estilísticamente, la música popular seguía siendo la del folk/blues, las
baladas sentimentales, el vals, el vodevil y las orquestas de marchas y ragtime,
pero poco a poco fue evolucionando, mutando, mezclándose y adquiriendo otros tintes.
Como en todas las épocas de la Historia, a la juventud ya le iba aburriendo la
música y costumbres de sus abuelos y sus padres que, a principios del siglo XX,
eran consideradas demasiado clásicas, y una serie de artistas estaban
dispuestos a ofrecer algo nuevo, una fresca y audaz actualización que, aunque
tenía en su base el blues, el dixie y el ritmo sincopado del ragtime y el
cakewalk, ya era otra cosa: el jaz,
también llamado jass o, finalmente, jazz. Aunque obviamente ese estilo (o
mezcla de estilos) ya existía de antes, 1917 fue crucial, pues ese año apareció
un disco de una banda -de músicos blancos, hay que recalcar- llamada, sin lugar
a equívocos, Original Dixieland Jazz Band. Además el término comenzó a ponerse
de moda y a aparecer en los papeles (al mismo nivel que en los años cincuenta
ocurriría con el rock’n’roll). Ese mismo año, el 5 de agosto, Walter Kingsley
escribía en el New York Sun un artículo
titulado “¿De dónde viene el jass?”, en el que el periodista señalaba: “El
nombre no termina de estar claro […] El término es de origen africano, común en
la Costa del Oro africana y en las tierras del interior […] El jazz tiene su
base en el maravilloso sentido del ‘swing’ y la aceleración musical que tienen
los músicos salvajes de aquella región”. Como vemos, ya se hablaba de swing, aunque esta definición no
explotaría hasta los años treinta.
Ya antes de la década de los años veinte las orquestas de salón dieron paso a
las ya más propiamente dance bands, o muchos músicos se actualizaron. Los espacios
para la música en directo y el baile abundaban, ya fuese en hoteles, en clubs selectos,
en bares de carretera o en salas de baile –las discotecas de esos tiempos-, así
como abundaba el público y las propias bandas, que trabajaban muchísimo y a menudo
realizaban varios bolos el mismo día.
No hace falta mencionar la fuerte segregación racial existente: los blancos y
los negros no se podían reunir, teniendo ambos sus locales y estilos algo diferentes
(más blues y hot en los garitos de baja estofa para los negros, más pop y
refinado en lugares más elegantes para los blancos), pero la creciente
comercialización, la proliferación de músicos blancos que tomaban buena nota y
la cada vez mayor sofisticación de los músicos negros llevó esta música a unas
cotas de mestizaje y calidad maravillosas. Y luego estaban locales como el
famoso Cotton Club, que, aunque fuese también por motivos comerciales, se
pasaban la segregación por el forro.
Entre los años veinte y los treinta es cuando más se nota una evolución, no
solo en el sonido debido a los adelantos tecnológicos, sino también en las
propuestas. En primer lugar, la velocidad se acentuaba; el foxtrot y el
charlestón eran tanto música como alocados bailes; las canciones, incluso las románticas,
se versioneaban de manera más sintética, directa y veloz. Pero también tocaban
piezas para bailar agarrado… Además, si al principio la música de baile era básicamente
instrumental, los y las cantantes cada vez tenían mayor relevancia para un
público ávido no solo por bailar, sino también por comprar discos y tararear
esas pegadizas canciones: Bing Crosby desde la Paul Whiteman Orchestra o Frank
Sinatra desde la Tommy Dorsey Orchestra, por ejemplo, alcanzarían el estatus de
crooners y llegarían a grabar discos
con su propio nombre.
Los años treinta, finalmente, trajeron la infame ley seca, que tanto
beneficiaría a gángsters y políticos (suponiendo que no fuesen ambas cosas a la
vez), y el swing de las big bands reemplazaría a las dance bands.
Escuchando estas recopilaciones que tan primorosamente he preparado, repararéis
en todo esto que os digo. Y os daréis cuenta que lo de dance bands no hace
referencia en realidad a un género musical ni casi a un estilo, sino a todo un
mundo irremediablemente perdido. Perdón: “pasado”, porque perdido no. Aquí se
halla.
Estas recopilaciones se centran sobre todo en rarezas y bandas poco conocidas,
aunque he incluído alguna gente menos olvidada y/o que practican otros estilos (y
que en algunos casos sobrepasan los años cuarenta) sobre todo a la hora de las
versiones, porque me parece interesante comparar unas interpretaciones con
otras.
Nota: para hacer la portada he usado una ilustración del gran Robert Crumb, incluída en el libreto de That’s What I Call Sweet Music, una recopilación de
discos de 78rpm de la colección del propio Crumb, coleccionista y gran conocedor de
esta música. Todo el libreto está ilustrado y escrito por el dibujante, con un
interesante artículo-semblanza. Este CD también lo tenéis para descargar en este blog. Y de paso podéis hacer lo mismo (descargároslo,, quiero decir) con el CD de 21 temas seleccionados también por Crumb incluído en el libro que recopiló todas sus ilustraciones-cromo inspiradas por estos músicos, Heroes of Jazz, Blues and Country,
Pero en esta OldTime Comp lo que tenéis son 64 tracks con:Original Dixieland Jazz Band (St. Louis Blues), Majestic Dance Orchestra &
Bob Thomas, Homochord Dance Orchestra (Humming), Durán y su Orquesta (La
medicina del jazz), Paul Whiteman Orchestra & Billy Murray, Nitto Jass Band
(la primera grabación de jazz de Japón) (Walla Walla), Bar Harber Orchestra
(Smile a Little Bit), Ernie Golden & His Hotel McAlpin Orchestra (I Wonder
What's Become Of Joe), Jimmy Johnston's Rebels, Harry Reser's Syncopators (como
Denza Dance Band), Georgia Melodians (Red Hot Mama), Nat Shilkret Orchestra (como
International Novelty Orchestra) & Billy Murray (Charlie, My Boy), Eddie
Cantor, Cliff Perrine Orchestra (Mysterious Mose), Everett Hoagland & His
Troubadours, Sam Lanin Orchestra (como Arthur Ross & His Westerners) & Irving
Kaufman (como Tom Frawley) (In A Little Town Called Home Sweet Home), Hotel Commodore
Orchestra (Hold Me), Ruth Etting (Hold Me), Hannan Dance Band, Billy Murray
& Ed Smalle (Seven or Eleven), Meloto Saxophone Orchestra (Seven or Eleven),
Deauville Dance Orchestra, Lambert Murphy (Smiles), Joseph C. Smith Orchestra
(Smiles), Buddy Clark, Vic Meyer’s Music (Rose Room), Bob McGowan Orchestra (Me
and the Man in the Moon), Helen Kane (Me and the Man in the Moon), Arthur
Jarrett (Medley -banda sonora de 'Popular Melodies', Betty Boop Cartoon),
Cabaret Four, Benny Krueger Orchestra (Why Did I Kiss That Girl) , Tommy
Monacos Orchestra, Don Parker & His Band, Jane Green (My One and Only) ,
Matt Britt Orchestra, Mae West (I Like A Guy What Takes His Time), Duke
Ellington & Mae West, Phil Spitalny Orchestra (Just a Little Longer), Phil
Spitalny Orchestra & Billy Murray, Carnival Dance Band (Valencia), Club
Macon Orchestra, Hollywood Dance Orchestra (Save Your Sorrows).
Descarga OldTime Comp #013 – Dance Bands 1